¿Qué día y a qué hora deben programarse los capítulos de estreno de una buena serie de televisión? La respuesta común es en horario AAA (9 o 10 de la noche) de domingo a jueves, pues los viernes y los sábados la gente sale a divertirse. Series tan buenas como Homeland (domingo, 10 pm) o Fringe (martes, 10 pm) ocupan esos espacios.
Por eso, es una pena que una serie tan buena como Friday Night Lights, cuya quinta y última temporada está al aire en México, se pase los sábados a las 10 am, con repetición a las 15 hrs (canal AXN).
No siempre fue así. Si no recuerdo mal, el programa se estrenó los viernes a las 9 pm, pero a partir de su 4ta. temporada pasó a los sábados. El sentido común me dice que no funcionó, que no tuvo el rating necesario y entonces el canal de cable decidió cambiarlo de día y horario. Un hecho inexplicable cuando uno conoce la calidad del producto.
Friday Night Lights, basada en la película del mismo nombre, es un melodrama deportivo que relata la historia del coach Eric Taylor (Kyle Chandler) y su familia. Eric dirige a las Panteras, equipo de futbol americano de la secundaria de la ciudad (ficticia) de Dillon, Texas, y la serie va siguiendo las vidas de los jugadores del equipo, sus relaciones, sus problemas, sus retos y decepciones.
De una forma inteligente y entrañable, el programa aborda muchas situaciones que viven hoy los jóvenes como el alcohol, el aborto, las drogas, el racismo, la rivalidad entre estudiantes, la toma de decisiones y las dificultades económicas, entre otros. Somos testigos de la evolución familiar y profesional del coach, cómo enfrenta sus problemas y, a partir de la cuarta temporada, es desplazado como jefe del equipo y se convierte en coach de los Leones de Dillon, la secundaria del otro lado de la ciudad. Así, este pequeño pueblo es un microcosmos donde vemos reflejado el macrocosmos de la vida.
Cada personaje es relevante. Destacan el ya mencionado Eric Taylor, inteligente, sensible pero siempre serio y verdaderamente preocupado, más allá de la cancha, por sus jugadores. Su esposa Tami Taylor (Connie Britton), actriz que repite el personaje que hizo en la película original como maestra y eventualmente directora de la secundaria, y de cuya personalidad lo menos que se puede decir es que conquista; Julie Taylor (Aimee Teegarden), la hija a la que vemos crecer, dejar la secundaria y entrar a la universidad, enfrentando cada vez diferentes situaciones que la llevan a pasar de una adolescente a una joven mujer. Aquí vale la pena mencionar el excelente casting: Julie: por ejemplo, bien podría ser en la vida real la hija de Connie, por su notable aire familiar.
Pero hay más personajes: Matt Saracen (Zach Gilford), el quarterback del equipo que llega a ser novio de Julie y al terminar la secundaria se muda a Chicago, Lyla Garrity (Minka Kelly), hija del mejor amigo del coach, inicialmente novia del quarterback Jason Street (Scott Porter), que sufre un accidente y no puede seguir jugando, Tim Riggins (Taylor Kitsch), el noble corredor al que muchos reconocen ahora por su papel como John Carter en la película de Disney. Y muchos otros más, con personalidades bien definidas y atractivas.
Hay que aplaudir a los escritores porque, gracias a ellos, los personajes van evolucionando naturalmente y uno como espectador los ve crecer y se emociona con sus triunfos o sufre con sus derrotas. Pero a quien no hay que aplaudir es al público televidente, porque dejó pasar la oportunidad de darle a esta serie el reconocimiento que merece; me entero en internet que Friday Night Lights nunca obtuvo niveles importantes de audiencia, pese a que fue premiada en múltiples instancias y ocupa el lugar 71 en la lista de nuevos clásicos de la TV de Entertainment Weekly.
Otro dato interesante: la serie estuvo a punto de ser cancelada por su bajo rating después de su segunda temporada, pero sobrevivió tres más gracias a que NBC compartió su costo con DirecTV, quien la sacó al aire desde entonces.
Tres comentarios de críticos son elocuentes respecto a lo que se ha perdido muchísima gente: Virginia Heffernan del New York Times escribió: "si la temporada es tan buena como el primer episodio, esta nueva serie podría ser grande, no sólo grande como televisión, sino grande como un poema o una pintura". Del Washington Post: "extraordinaria en prácticamente todos los sentidos". Hill Simmons, de la revista ESPN, imploró a sus lectores en su columna del 24 de septiembre de 2007 a que la vieran, refiriéndose a ella como "la mejor serie relacionada con deportes jamás realizada".
Así que hay que ver Friday Night Lights. Véanla quienes puedan desde su inicio, y sean testigos de cómo una serie va creciendo y se pone cada vez mejor y mejor (está disponible en Itunes y Netflix). A los que les sea posible, cómprenla porque se va a acabar (sólo encontrarán las dos primeras temporadas en México y seguramente dejarán de estar disponibles en algún tiempo); la serie completa se vende en Amazon y vale la pena tenerla, aun con subtítulos en inglés pero no en español. Y quienes la hemos seguido desde el principio y queremos ver su pronto desenlace, a seguir levantándose temprano los sábados por la mañana.
Fuente de la fotografía: foxtvasia.com
Por eso, es una pena que una serie tan buena como Friday Night Lights, cuya quinta y última temporada está al aire en México, se pase los sábados a las 10 am, con repetición a las 15 hrs (canal AXN).
No siempre fue así. Si no recuerdo mal, el programa se estrenó los viernes a las 9 pm, pero a partir de su 4ta. temporada pasó a los sábados. El sentido común me dice que no funcionó, que no tuvo el rating necesario y entonces el canal de cable decidió cambiarlo de día y horario. Un hecho inexplicable cuando uno conoce la calidad del producto.
Friday Night Lights, basada en la película del mismo nombre, es un melodrama deportivo que relata la historia del coach Eric Taylor (Kyle Chandler) y su familia. Eric dirige a las Panteras, equipo de futbol americano de la secundaria de la ciudad (ficticia) de Dillon, Texas, y la serie va siguiendo las vidas de los jugadores del equipo, sus relaciones, sus problemas, sus retos y decepciones.
De una forma inteligente y entrañable, el programa aborda muchas situaciones que viven hoy los jóvenes como el alcohol, el aborto, las drogas, el racismo, la rivalidad entre estudiantes, la toma de decisiones y las dificultades económicas, entre otros. Somos testigos de la evolución familiar y profesional del coach, cómo enfrenta sus problemas y, a partir de la cuarta temporada, es desplazado como jefe del equipo y se convierte en coach de los Leones de Dillon, la secundaria del otro lado de la ciudad. Así, este pequeño pueblo es un microcosmos donde vemos reflejado el macrocosmos de la vida.
Cada personaje es relevante. Destacan el ya mencionado Eric Taylor, inteligente, sensible pero siempre serio y verdaderamente preocupado, más allá de la cancha, por sus jugadores. Su esposa Tami Taylor (Connie Britton), actriz que repite el personaje que hizo en la película original como maestra y eventualmente directora de la secundaria, y de cuya personalidad lo menos que se puede decir es que conquista; Julie Taylor (Aimee Teegarden), la hija a la que vemos crecer, dejar la secundaria y entrar a la universidad, enfrentando cada vez diferentes situaciones que la llevan a pasar de una adolescente a una joven mujer. Aquí vale la pena mencionar el excelente casting: Julie: por ejemplo, bien podría ser en la vida real la hija de Connie, por su notable aire familiar.
Pero hay más personajes: Matt Saracen (Zach Gilford), el quarterback del equipo que llega a ser novio de Julie y al terminar la secundaria se muda a Chicago, Lyla Garrity (Minka Kelly), hija del mejor amigo del coach, inicialmente novia del quarterback Jason Street (Scott Porter), que sufre un accidente y no puede seguir jugando, Tim Riggins (Taylor Kitsch), el noble corredor al que muchos reconocen ahora por su papel como John Carter en la película de Disney. Y muchos otros más, con personalidades bien definidas y atractivas.
Hay que aplaudir a los escritores porque, gracias a ellos, los personajes van evolucionando naturalmente y uno como espectador los ve crecer y se emociona con sus triunfos o sufre con sus derrotas. Pero a quien no hay que aplaudir es al público televidente, porque dejó pasar la oportunidad de darle a esta serie el reconocimiento que merece; me entero en internet que Friday Night Lights nunca obtuvo niveles importantes de audiencia, pese a que fue premiada en múltiples instancias y ocupa el lugar 71 en la lista de nuevos clásicos de la TV de Entertainment Weekly.
Otro dato interesante: la serie estuvo a punto de ser cancelada por su bajo rating después de su segunda temporada, pero sobrevivió tres más gracias a que NBC compartió su costo con DirecTV, quien la sacó al aire desde entonces.
Tres comentarios de críticos son elocuentes respecto a lo que se ha perdido muchísima gente: Virginia Heffernan del New York Times escribió: "si la temporada es tan buena como el primer episodio, esta nueva serie podría ser grande, no sólo grande como televisión, sino grande como un poema o una pintura". Del Washington Post: "extraordinaria en prácticamente todos los sentidos". Hill Simmons, de la revista ESPN, imploró a sus lectores en su columna del 24 de septiembre de 2007 a que la vieran, refiriéndose a ella como "la mejor serie relacionada con deportes jamás realizada".
Así que hay que ver Friday Night Lights. Véanla quienes puedan desde su inicio, y sean testigos de cómo una serie va creciendo y se pone cada vez mejor y mejor (está disponible en Itunes y Netflix). A los que les sea posible, cómprenla porque se va a acabar (sólo encontrarán las dos primeras temporadas en México y seguramente dejarán de estar disponibles en algún tiempo); la serie completa se vende en Amazon y vale la pena tenerla, aun con subtítulos en inglés pero no en español. Y quienes la hemos seguido desde el principio y queremos ver su pronto desenlace, a seguir levantándose temprano los sábados por la mañana.
Fuente de la fotografía: foxtvasia.com